Curioso efecto observado por primera vez en Cádiz.
La imagen se ha tomado observando el mar desde un promontorio con barandilla de piedra. La distancia de la balaustrada al mar, observado en vertical, podrían ser unos diez metros. El sol estaba muy alto, en el zenit de un mediodía solar de agosto, es decir, sobre mi cogote al asomarme.
En la parte inferior de las imágenes se puede apreciar la sombra de la barandilla como una banda oscura horizontal. Hacia la mitad de la banda debería sobresalir la sombra de mi cabeza asomada, salvo que a esa distancia la sombra no puede formarse [la de un objeto relativamente pequeño como mi cabeza, en una de las imágenes una sombra a la derecha es la de una farola].
Desde ese punto donde debería estar la sombra de mi cabeza se aprecia una estructura de líneas divergentes, quizás con un patrón algo más complicado en el mismo centro, y más claro un poco más lejos. La estructura se repetía con el mismo patrón en todos los puntos en que me asomaba, distantes unos de otros decenas y centenares de metros, pero siempre a la misma distancia del agua y con la misma posición solar.
La inteligente, completa y hermosa explicación de un fenómeno nada sencillo como este se la debemos a Ignacio Morales Gil con nuestro agradecimiento, enhorabuena y felicitación. La belleza de la explicación viene de la combinación de diversos efectos que también tenemos el placer de alojar en este blog y en la web de fenómenos ópticos descargable en este enlace:
Podemos empezar por las cáusticas que tenemos en la web y también en el blog. Las ondulaciones del agua acumulan la luz en determinadas zonas a costa de retirarla de otras. Debe entonces imaginar que debajo del agua tenemos columnas de luz que desciende desde la superficie del agua hacia el fondo siguiendo la dirección solar. Pueden tomarse como el análogo submarino de las sombras de las nubes proyectadas en el cielo, como los rayos crepusculares en la web y en esta del blog. Una fantástica imagen submarina mallorquina de nuestro querido compañero Francisco Díez muestra estas columnas de luz extenderse desde la superficie hasta el fondo marino.
Y aquí viene un buen giro del argumento. Los rayos crepusculares son realmente paralelos entre sí, y es un efecto de perspectiva el que nos los presenta como divergiendo desde el sol. Es el mismo efecto por el cual los raíles del ferrocarril parecen unirse en la lejanía aunque son siempre paralelos. Pues bien, lo mismo que los raíles parecen converger cuando miramos en un sentido y también cuando miramos en el opuesto, los rayos crepusculares también parecen converger en la dirección opuesta al sol, convergiendo en el punto antisolar, con el sol en nuestro cogote, y pasan a llamarse de ese lado rayos anti-crepusculares, que tenemos también maravillosamente en la web y en el blog.
El efecto que estamos estudiando aquí es el análogo acuático de los rayos anti-crepusculares, en el que efecto de la perspectiva me parece ver converger en el punto antisolar las columnas de luz en el seno del agua. Maravilloso.
No dejo de admirar también la belleza de la descripción del fenómeno que hace A. M. Worthington en una breve nota en la página 647 número 2259 del volumen 90 de la revista Nature, en 1913, comunicada amablemente también por Ignacio:
The irregular convexities of the ruffled surface acting as condensing lenses separate the light penetrating the water into converging shafts. Along certain lengths of each or many of these shafts a sufficient condensation of light takes place to render them visible by means of the additional illumination of the slight turbidity. Thus the water is filled with luminous parallel shafts of varying lengths, which seen in perspective, have their vanishing point in the shadow of the observer's head. I remember that it was long before I realised that the rays were below and not on the surface.
La misma confusión sufrí yo, añadiendo además que los interpretaba como divergentes de mi sombra, cuando es más útil de idea de verlos como convergentes.
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