La mirada del Capitán no tan redondo
Qué amanecer que no sea un espectáculo, para la vista, para la mente. Un momento además en que el sol está casi a nuestra altura, accesible y cordial, todavía sin su majestad y poder, recién despertado. La antigua óptica griega consideraba la luz solar como medio con el que el sol mira y nos ve, da testimonio de ello el mismo Homero, que recoge las palabras de Zeus: Hera! No temas que nos vea ningún dios ni hombre: te cubriré con una nube dorada que ni el Sol, con su luz, que es la más penetrante de todas, podría atravesar para mirarnos. Ilíada, canto XIV v. 342. La mirada de hombres dioses y el sol miran con su luz que viaja y atraviesa.
La óptica es la teoría de la mirada. En el amanecer el sol nos mira con ternura.
Cerca del horizonte el sol llega a perder su redondez como si recién despertado todavía tuviera que componerse, henchirse, llenarse como globo para ascender, sacar pecho. Es efecto de la desviación de la trayectoria de la luz en las capas más bajas de la atmósfera. Digamos que desvía su mirada ligeramente. Todo en el amanecer es un poema óptico, los colores, las formas, la distribución de color sobre el sol, la distribución de color en el cielo, el velo azulado que se extiende como un manto sobre el paisaje en la lejanía.
Como en otros sitios remitimos a la web original para ampliar su mirada, descárguesela y disfrute: Web Fenómenos Ópticos Cotidianos
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