El corazón azul de la nieve


Paseo por la nieve. Mi palo de apoyo, inseparable en cualquier salida al monte, abre orificios en la nieve, de casi medio metro donde la nieve es más profunda. 


Mirando en el interior de esos orificios se nota un tinte progresivo de azul, desde el blanco níveo de la superficie hasta un inequívoco azul pálido en el fondo. Aunque las imágenes lo muestran claramente no son un reflejo fiel de lo que se observa, ni de la intensidad ni de la belleza del fenómeno. El fondo del orificio no es negro, sino azul pálido, y el color no es tan saturado sino de una delicada palidez. 


Este color azul está emparentado con el color azul del mar. Las moléculas de agua tienen una resonancia en el infrarrojo de origen vibracional en los enlaces entre hidrógeno y oxígeno. Por ello el color rojo es progresivamente absorbido a media que la luz penetra en el agua, nieve o hielo.  Cuanto mayor profundidad de nieve más azul es la luz que llega a esa partes de la nieve y por ello más azul es la luz que nos llega de ella cuando abrimos el orificio. 

Es divertido notar que es un fenómeno enteramente distinto al azul del cielo. En el cielo tenemos esparcimiento por fluctuaciones de densidad y se esparce justo el color más cercano a la resonancia, que en ese caso está en el ultravioleta. Es decir, lo contrario de nuestro caso. La diferencia en el comportamiento de la luz la marca la densidad y reminiscencias del dilema del prisionero: cooperar o no cooperar. En el caso del aire tenemos un medio poco denso en el que los elementos que interaccionan con la luz están muy separados y actúan de forma independiente. Por contra en el agua los elementos están tan próximos que uno pueden ignorarse y cooperan. 

P. D.: Malditita sea mi suerte que en una de estas fotos perdí el palito de andar, un querido recuerdo de mi padre. Lo quise dejar vertical en una grieta entre piedras para hacer la foto, y al soltarlo todo el palo despareció tragado por la tierra como por un tragasables, con la determinación de un tren que sale de una estación y desaparece en un túnel, mientras yo lo presenciaba tan incrédulo como niño ante un truco de magia. Tras un silencio de incomprensión me llegó el ruido de una caída en una especie de cámara hueca. Estaba andando sobre un canal cubierto, con agua que va desde una presa a una central hidroeléctrica, y debí de dar accidentalmente con una grieta. Casi no supe volver a casa. Quizás fuera mi padre que lo necesitara y se lo llevó con él .



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