La luz del aire

Cuando uno observa en la lejanía montañas, o bosques, suelen aparecer azulados, más azulado cuanto más lejos, es la luz del aire. Lo describe muy bien Thoreau en Walden: Miraba entre las cercanas colinas verdes, y por encima de ellas hasta otras más alejadas en el horizonte, teñidas de azul. Poniéndome de puntillas podía llegar a captar un atisbo de los picos de una cadena montañosa todavía más azules y distantes. 

Se trata del esparcimiento Rayleigh, que se ilustra en el dibujo y la imagen [desde la cumbrecilla de Iguarra sobre Biescas en el Pirineo aragonés], y es azul por la misma razón que el cielo suele ser azul, porque las moléculas del aire atrapan y esparcen más luz azul que roja. Observe cómo el azul de las montañas más distantes casi se confunde con el cielo. 


Algunas imágenes más del efecto mostrando la progresividad del fenómeno, lo cercano verde, lo lejano cada vez más azul y más luminoso hasta confundirse con el cielo.




En la imagen siguiente una situación rara donde la luz del cielo es roja, El Escorial y el monte Abantos al fondo en la distancia bañados en luz roja. La razón es que es el momento del amanecer y la luz que entra a raudales por el valle es la luz roja del amanecer, no hay azul porque precisamente la atmósfera ya lo ha esparcido todo antes de llegar aquí. Como contraste, en primer plano la parte del valle donde no ha amanecido todavía, a la sombra de alguna montaña, muestra su color verde original.



Más sobre azules del cielo [planeta azul], el rojo del amanecer-ocaso [planeta rojo] y la luz del aire [planeta azul] en la web de fenómenos ópticos descargable en este enlace: 









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