Un humilde charco convertido en una magnífico espejo que nos ofrece otra versión sorprendente de la realidad, una cara mágica de lo ordinario, creando nuevos espacios llenos de luz en el la opacidad oscura del suelo y nuevas tonalidades de color en el cielo invertido. Los espejos son siempre una conexión con otra realidad similar pero inversa, familiar pero inquietante.
Imagen de Isabel Tenreiro Villar, en Riga.
La reflexión especular siempre nos da imágenes de gran belleza, de forma tan sencilla pero tan evocadora y sugerente que uno se siente a veces confundido y no sabe lo que es real y lo que es imagen. Como en esta fotografía tan bella tomada en la hermosa localidad cántabra de San Vicente de la Barquera, por Gabriela Semprún Justo, que ha tenido la cortesía de compartirla con este blog.
Y en este juego de espejos nos desafía como un acertijo la maravillosamente intencionada imagen de Miguel Orbaneja Pérez, tomada en un estanque del Parque Juan Carlos I de Madrid, repleta de agudo ingenio y sensibilidad, para titularla además Lo mismo arriba que abajo, dándole la vuelta al mundo.
Y no me resisto a participar con todo el alma maña con un par de imágenes del El Pilar, el Ebro y sus reflejos, la primera de las cuales, en premonitoria sintonía con Miguel, la titulé Así en el cielo como en el agua por parecerme que el Ebro se había ido dejando al cielo en su lugar y cerrando los arcos del puente de piedra por abajo.
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